Expert Contributor:
Peter Gibbon, Riccardo Tamburini, Vito Cortese
caza ha formado parte de la vida humana desde la Edad de Piedra. Mucho antes de la agricultura, las personas dependían de la caza no solo para alimentarse, sino también para sobrevivir en todos los sentidos. La caza proporcionaba ropa, mantas y materiales para herramientas y armas: las astas, los huesos y los dientes se moldeaban para crear objetos que tenían tanto una función como un significado.
Todavía hoy se pueden ver pruebas de ello en las pinturas rupestres de la Edad de Piedra en Francia y España, que se remontan al año 20 000 a. C. Estas imágenes muestran lo profundamente ligada que estaba la caza a la cultura humana. A lo largo de miles de años, pasó de ser una necesidad básica a convertirse en una tradición, una práctica regulada e incluso una forma de arte. El impulso de cazar está profundamente arraigado en nuestros genes, pero lo que ha cambiado es el papel que desempeña en la sociedad.
Aquí es también donde surge la idea de los «trofeos». En el pasado, no se desperdiciaba nada del animal. Las cornamentas, los cráneos, los dientes y las pieles se conservaban como recuerdos, no como adornos. Eran reliquias de la supervivencia, símbolos de respeto por el animal y la vida que proporcionaba.
Pero la palabra «trofeo» en sí misma es problemática. Para muchas personas ajenas a la comunidad cinegética, sugiere vanidad o ego. Los cazadores, sin embargo, entienden esto de un modo muy diferente. Desde un punto de vista:
«Reliquias es un término mucho más apropiado en este caso. Las conservamos porque son recuerdos vivos que siempre nos recuerdan nuestra responsabilidad y con los que recordamos con reverencia los momentos que hemos vivido».
Desde este punto de vista, los trofeos no son para presumir, sino una continuación de la historia. Al igual que nuestros antepasados utilizaban las astas y los huesos como herramientas para sobrevivir, hoy en día los cazadores conservan los trofeos como recuerdos, símbolos de respeto y signos de poblaciones cinegéticas saludables que demuestran la sostenibilidad de las prácticas de caza.
Hablamos con cazadores sobre lo que significan los trofeos para ellos, cómo los dispositivos térmicos están dando forma a las tradiciones modernas y por qué la historia detrás de un trofeo es tan importante como el trofeo en sí.
Peter Gibbon, del noreste de Escocia, compartió: «Nunca me ha gustado especialmente la palabra «trofeo». Para mí, tiene más sentido llamarlo recuerdo, un recordatorio físico de una experiencia que me ha marcado. En cuanto a equipos como la termografía, creo que tienen su lugar, especialmente en determinadas situaciones en las que la observación y la toma de decisiones éticas son fundamentales».
Para Riccardo Tamburini, un cazador de Italia, la palabra también se relaciona directamente con la memoria y la narración de historias: «La palabra trofeo significa recuerdo y la posibilidad de compartir historias con mis amigos que vienen a mi casa. Los dispositivos térmicos desempeñan un papel importante en mi «sala de recuerdos», porque hoy en día puedo ir de caza también por la noche con la misma precisión, exactitud y seguridad que durante el día».
Y para Vito Cortese, de Sicilia, la palabra siempre debe transmitir respeto:
«Trofeo, por desgracia, es una palabra que se confunde muy a menudo. Cada vez veo más fotos llenas de «trofeos» y se trata de una serie indistinta y confusa de animales muertos. Para mí, la palabra trofeo debería incluir en sí misma las palabras «ética», «respeto» y «devoción» por una disciplina tan hermosa como sofisticada, la caza».
Peter Gibbon
A lo largo de las culturas y las generaciones, los trofeos siempre han sido más que simples decoraciones. Tienen significado, suscitan conversación y conservan la memoria.
Como explicó Peter Gibbon: «A lo largo de la historia, los trofeos de caza han servido para algo más que como simples decoraciones: son una forma de contar historias. Muestran a los demás quién es el cazador, lo que ha vivido y, a menudo, sirven para iniciar conversaciones sobre la caza en sí. Un juego de cuernos o una foto en la pared pueden traer de vuelta cada detalle de ese día».
Tamburini también los considera importantes marcadores culturales: «La exposición de trofeos ayuda a los cazadores y al Departamento de Vida Silvestre a comprender mejor la evolución de una especie a lo largo de los años en una zona determinada. Es muy importante. Además, desde el punto de vista cultural, los trofeos dicen mucho sobre los hábitos de caza de la población de un país a lo largo de su historia. En mi sala de recuerdos, junto al trofeo, siempre hay una foto que muestra mejor el contexto; por lo tanto, el dispositivo térmico desempeña un papel importante porque, a través de esa foto, tomada de noche, puedo explicar dónde y cómo conseguí ese trofeo».
Cortese lo expresa de forma sencilla: «Como en cualquier memorial que se precie, el trofeo es el símbolo, la forma de recordar las hazañas, el esfuerzo y el compromiso que se han invertido para alcanzar ese objetivo».
Para muchos cazadores, el significado de los trofeos está estrechamente ligado a la tradición familiar. Tamburini compartió: «Para mí es una tradición cultural y familiar. Mi padre utilizaba la taxidermia para tener un mejor recuerdo de una caza en particular; recuerdo que prefería jugar con sus trofeos que con los títeres o peluches que me regalaban mis padres. Se enfadaba mucho porque corría el riesgo de dañarlos».
Riccardo Tamburini
Cortese señaló cómo el equipo térmico ha cambiado incluso la forma de conservar los trofeos: «El uso de térmicos ha ayudado mucho al trabajo del taxidermista, ya que un animal que es claramente visible incluso de noche permite un disparo limpio, en puntos vitales que no comprometen el trabajo del taxidermista a la hora de preparar el animal salvaje para convertirlo en un trofeo».
Gibbon explicó que, para él, no se trataba en absoluto de trofeos, sino de comida y conexión: «Para mí, la caza no se transmitió como una tradición centrada en los trofeos. Comenzó simplemente como un medio para proporcionar comida para la mesa. Esa sigue siendo la razón principal por la que cazo hoy en día. Aunque tengo algunos trofeos, o más bien recuerdos, cada uno de ellos tiene una historia que podría sentarme a contarles con detalle. En cuanto al equipo moderno, sí, lo utilizo cuando es necesario, pero no ha cambiado la esencia de lo que la caza significa para mí. Sigue siendo una cuestión de conexión con la tierra, el animal y el momento».
El auge de la termografía y otras herramientas avanzadas ha cambiado sin duda la experiencia de la caza, pero ¿ha cambiado lo que representan los trofeos?
Para Peter Gibbon, la tecnología a veces puede alejarlo del espíritu tradicional de la caza:
«Cuando utilizo tecnología como la térmica, siento que estoy gestionando una tarea, casi como la producción de alimentos, en lugar de participar en una caza tradicional. En esos casos, el enfoque se aleja de la experiencia y se centra más en la eficiencia. Así que sí, el significado de un trofeo cambia. Se trata menos del recuerdo y más del resultado».
Riccardo Tamburini describió una evolución en su propia perspectiva:
«Al principio iba a cazar solo por el trofeo. Ahora también voy a cazar para obtener carne de la mejor calidad. Los dispositivos térmicos son una ayuda increíble para comprender mejor qué animales viven en mi territorio de caza… Gracias a los dispositivos térmicos de alta gama, jugando con las diferentes paletas y ajustes, puedo ver hasta el más mínimo detalle en las astas de un ciervo. Lo mismo ocurre con el pequeño trofeo de un corzo».
Los trofeos siempre han sido físicos: cuernos, cráneos, pieles montadas como recuerdos de la caza. Pero en el mundo actual, las fotos, los vídeos y las grabaciones térmicas añaden una capa digital a esos recuerdos.
Para Peter Gibbon, nada sustituye la presencia de un trofeo físico: «Hay algo irremplazable en un trofeo físico, como una gran cornamenta de ciervo rojo montada en la pared. Al verla en persona, las personas tienen una sensación inmediata de la escala del animal, el desafío que supone y la historia que lo acompaña».
Riccardo Tamburini ve las herramientas digitales como una forma de profundizar en la historia, más que de sustituirla: «Un mayor conocimiento significa más historia detrás de una captura. Probablemente, en el pasado, los cazadores solo podían apoyarse en su conocimiento del territorio de caza».
Y para Vito Cortese, el intercambio digital simplemente ha ampliado la audiencia: «En la época de mi abuelo, solo unas pocas personas, del círculo íntimo de amigos cazadores, veían un trofeo. Hoy, en cambio, un trofeo consigue emocionar a todos los rincones del mundo, ya que se puede compartir desde el momento anterior al disparo hasta que se alcanza el objetivo».
Vito Cortese
Hoy en día, la visión térmica es más que una simple herramienta: es una forma de honrar la caza, el animal y la tradición. Como explica Riccardo Tamburini, «la visión térmica desempeña un papel importante en la obtención de un trofeo. Gracias a ella, podemos ver en la oscuridad, sin ser vistos; durante la noche, los animales están tranquilos y silenciosos, lo que nos permite recopilar información increíble sobre su sexo, edad, calidad del trofeo, número, salud y hábitos». Las imágenes térmicas permiten tomar decisiones más éticas y fundamentadas, aunque los cazadores advierten que no hay que dejar que la tecnología sustituya la conexión personal con la tierra y la caza.
En conjunto, estas ideas muestran que la visión térmica no disminuye el significado de un trofeo, sino que lo realza, ayudando a los cazadores a ganarse sus recuerdos de forma responsable, precisa y con respeto tanto por la tradición como por la vida silvestre.